sábado, 24 de abril de 2010

El parche posmo


Sábado…me toca limpiar el departamento. Es limpiar porque para que sea solo ordenar tendría que estar menos sucio, pero bué estuve ocupado. Uno no se da cuenta pero vive en un arenero que se torna menos agradable si pensamos que un alto porcentaje del polvo es piel (espero que no se me termine la piel).
Mientras me hago el mate leo un blog al que no sé como llegue, es de una persona que no conozco pero la conocen tantas personas que conozco que matemáticamente podría decir que tenemos una suerte de amistad tácita. En fin, algo de lo que leí ahí me recordó que ayer luego de un largo día fui por invitación de mi papa a una charla sobre procastinación, que no es la técnica para leerle la mente a alguien sino el hábito de posponer cosas.
Era en Belgrano así que luego de vivenciar la locura en la que viven los capitalinos llegamos a un barrio que es bastante parecido al mío. Entramos y había comenzado, sentí ese calor que genera que te miren cuando entras a un lugar lleno de gente. Nos sentamos gracias a un señor bien simpático que nos señaló que había espacio. Luego nos aburriría en el brake con su historia de vida.
El público era de lo más variado, había gente desde 70 años a mis 24 -aparentemente era el que menos tiempo hacia que procastinaba-. Pocas de las personas que estaban ahí me generaron la sensación de que eran positivas y felices, pero estar un viernes a las 9 de la noche en una charla que ponía sobre la mesa una forma de ser que no les gustaba les daba una estrella.
Específicamente sobre la charla no tuve una impresión muy buena, sentí que estaba en un curso de auto-ayuda, como esos libros que te proponen métodos de ser eficaz o te dan herramientas para deshacerte de la gente “tóxica”. La oradora se refirió a la temática como filosofía práctica y citó caprichosamente unas frases de Platón y Aristóteles –que tienen un rendimiento sorprendente para cualquier temática-. No sé, no creo mucho en esas cosas.
Luego de la teorización filosófico-práctica, de contornear vagamente el hábito de posponer cosas y sus razones, pasamos a un debate en el que cada cual daba su parecer sobre el tema. El denominador común fue que en el mundo en el que vivimos hay tantas cosas para hacer y tantas cosas para elegir (quien no se estresa cuando va a comprar helado o elegir una peli?) que posponer era absolutamente necesario.
En efecto, yo procastino, tu procastinas, él procastina, nosotros procastinamos…pero la cuestión creo que pasa por poder diferenciar entre las cosas relevantes/importantes y aquellas que son exigencias generadas por otros o por el sistema –“El Gran Otro”- que en realidad llenan nuestra cabeza y nuestra rutina de forma tal que no nos dejan pensar…pensar en los que nos gusta, pensar en lo que queremos, pensar en cómo está el mundo, pensar en la verdad y lo bueno.
A quien no le pasa que hace cosas por que la hace y al hacerlas no encuentra ningún sentido. Entre mis pares veo que salir es una obligación. Salen y no saben a dónde van, ni por que van, es la persecución de una satisfacción impersonal, es estar en ese lugar, es no perderse lo que pueda pasar.
No puedo dejar de pensar que lo más humano que tiene el humano es su libertad y su manifestación más concreta es la elección. Creo que más importante que aprender a como no dejar nada sin hacer, es aprender a elegir y como consecuencia dejar de hacer lo que no queremos, lo innecesario, lo impuesto, lo “debido”…

1 comentario:

  1. Gran entrada:
    1- Ln medio de la charla ¿no tuviste ganas de levantarte y opinar?
    2- Los que salen por obligaciòn es porque no tienen otra para hacer, por lo tanto, si sale podràn seguir realizando normalmente su rutina. Si decidís no salir es porque tenes un excelente motivo para no hacerlo (ver una pelìcula, fumarte uno y navegar por la net, leer un libro o simplemente levantarte el domingo temprano para tener más horas de fin de semana, fumarte uno, leer un libro, escribir, diseñar o simplemente tomarte un mate.

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