martes, 10 de agosto de 2010

¿Y los derechos de quién son?


Fue en mi ciudad…vino esa mujer huesuda vestida de negro y se llevo temprano muy temprano una semilla. Y es que la exclusión llega hasta las puertas de los bancos, ahí, hasta la puerta del sistema. Inclusive el nombre de la práctica –salidera bancaria- da una imagen clara de lo que ocurre, ahora es en la puerta del banco donde todo pasa, la exclusión ya no espera al colchón.

Cuántas víctimas en la argentina de hoy. Siempre que hay una víctima hay un victimario. Siempre que un derecho se restringe o se anula otro se amplia. Entonces cual se achica y cual se agranda? Esa semilla perdió, pero perdió todo, incluso se convirtió en una cosa, recordada dolorosa cosa. Se perdió ahora y se perdió hace rato, se perdió mucha veces, se perdió cuando los niños dejaron de ser los únicos privilegiados de la argentina.

Como dijimos –porque no soy el único- cuando el de siempre se achica el de siempre se agranda, pero cada vez tiene más capacidad para disfrazar su vergüenza. Ahora se te mete en la mente y no te deja pensar. Está en tu red y te hace elegir entre excluidos.

Entonces hay derechos que se siguen achicando y por eso hay cosas que hay que pensar con la almohada, se tienen que pensar.

La huesuda vino, dejó dolor y ese dolor hoy es mercancía que tiene precio. Cuando la dama de negro se fue los derechos humanos dejaron de tener dueño. ¿De quién son? Son de todos, son de los humanos. No hay que elegir entre más y menos humanos porque a éste lo deshumanizó un tiro y a aquel el hambre.

Hay que hacer justicia, pero la justicia no puede ser ciega, esta vez tiene que ver lo que pasa y los que quieren justicia también tienen que ver algo más que los diarios amarillistas y el muro de su facebook.

Estos días escuche una familia que pedía justicia, pedía una que viera lo que pasaba. Que dolorosa forma de entender. También escuche -y leí- a los que no les duele, los no quieren darse cuenta y que repiten estúpidamente una fórmula que no funciona como autistas pero sin serlo.

Hoy hay luto, pero esta ceguera tiene cura.

3 comentarios:

  1. Lamentablemente 1 vez por año tenemos el debate "más seguridad", "derechos humanos" (léase, no jodan a los que laburan, pagan los impuestos, se van de vacaciones, etc).
    Todas las medidas que se toman son populares, es lo que Doña Rosa quiere escuchar...imaginate como se pondría si le dicen "vamos a invertir en el desarrollo cultural en barrios marginales, mejora en los planes educativos, etc".
    No confío en la clase dirigente que lleva adelante las políticas de seguridad, por eso está bueno "combatir" desde nuestro lugar, por lo menos llevando a la reflexión a los que nos lean.

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  2. Santi, la salidera bancaria de esta mujer fue un delito llevado a cabo por un grupo que lejos está de ser víctima de la exclusión.
    Ser delincuente no es una condición del "pobre", la exclusión genera ámbitos más propensos a la delincuencia y nada más, hay ricos chorros y pobres chorros, simplificar la inseguridad a la falta de oportunidades es un discurso vacío.
    Ni toda la pobreza del mundo justifica que alguien mate a otra persona. Hay que tener primero y principal una policía no corrupta, y hay que brindar educación a todos por igual.
    Pero una cosa no quita la otra.

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  3. Muy bueno Santi ! siempre está bueno el llamado a la reflexión para pensar, opinar, debatir, ponernos de acuerdo en algo o no.. pero también como la antesala para actuar.
    Respecto del comentario de Paolo quiero decir que "pobreza" y "exclusión o marginalidad" son dos conceptos distintos. A grandes rasgos puedo decir que uno es un concepto estructural y se relaciona con la capacidad de satisfacer necesidades básicas y el otro refiere a la capacidad de actuación en un sistema determinado. Así la existencia de una persona rica marginada no es una contradicción. Claro que la confusión es alimentada, en parte, por los medios de comunicación (expertos en simplificaciones)y así se siguen afianzando los prejuicios o seguimos repitiendo frases como "la pobreza digna" gran limpiadora de culpa, el cliché para que la desigualdad se esconda bajo la alfombra.
    Hace bien Paolo en recordarnos que también existen "chorros ricos", y si, los famosos delincuentes de "guante blanco", tan nocivos como los otros pero también más sutiles. Así mientras nos escandalizamos con los episodios de violencia que se viven a diario y que ocupan las primeras planas de los diarios, parece que pocos reparan en la otra violencia, la silenciosa, la que no usa armas pero nos mata igual. La que tiene víctimas difusas, la que no se combate bajando la edad de imputabilidad ni llenando las calles de policías. Esa delincuencia que para mí genera la otra, más palpable y violenta, más evidente, más primitiva. Ambas indeseadas. Creo que no se intenta justificar nada, menos hechos tan dolorosos, sino más bien comprender un estado de cosas.

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