miércoles, 23 de junio de 2010

Bolsitas


El otro día no tenía ganas de cocinar así que emprendí el camino del grandioso sanguche de jamón y queso. Emponchado y con dos pares de medias me voy al único kiosko almacén que está abierto todo el día un domingo de junio en mi barrio. Dueño de la calle entro al local y me atiende un pibe que siempre tiene alguna referencia a Belgrano de Córdoba en el cuerpo y lo complementa con el acento.

¿Como andas? Todo bien ¿que llevas hoy? Le pido 100grs de jamón cocido, 100grs de queso de máquina y él pronostica mi muerte de “fiambre”. Muy prolijo el pibe acomodaba las fetas de jamón que parecía un trabajo para Bellas Artes.

Pim, pum, pam le pago y retorno al depa. Me acomodo haciendo el ritual de la comida, una vez con la panza llena y la dosis de nicotina after comida me propongo juntar la mesa y me doy cuenta de que somos unos sucios.

Cada alimento con cierto grado de producción -de esto deberíamos excluir a mi humilde jamón- tiene un envoltorio que supera el volumen del producto, o está fabricado de algo que sin saber mucho de reciclaje podemos advertir que va a durar más que el régimen de los Castro.

Mi terrible choque con la realidad me lleva a pensar a escala y haciendo cuentas veo que viviendo solo produzco seis bolsas de basura por semana, mi edificio tiene 17 pisos y tres departamentos por cada uno de ellos. Así, optimísticamente multiplico 17x3= 51 y luego 51x6= 306. Dando como alentador resultado que las personas que vivimos en mi edificio generamos 306 bolsas de basura por semana y dentro de ese universo de nylon la mayoría de la basura no es bio-degradable o requiere algún proceso costos para ser utilizada como materia prima nuevamente.

Rápidamente y dando unos saltos matemáticos, pienso a nivel ciudad, nivel país y mundial. La sola imagen de ver mis seis bolsitas multiplicadas a esa potencia y luego sumar los residuos industriales como mínimo me hace pensar a donde van todas esas bolsas?

Sin moverme de mi silla ni buscar info en la web me acuerdo de Francia y sus residuos nucleares, las mineras y el lavado de la tierra, el papel y las papeleras -de naciones civilizadas- a tres horas de auto, los basurales a cielo abierto y la contaminación de las napas, etc.

Las conclusiones se dan a todo nivel y cada uno tiene responsabilidad. Entonces, no hay políticas a ningún nivel de gobierno que impulsen la cultura del reciclaje, no hay un correcto tratamiento de la basura, no hay políticas macro que propongan materiales bio-degradables en la producción de bienes de consumo, los países centrales utilizan a los periféricos y los tercer-mundistas como basureros llevando sus fábricas a esos lugares.

Pero quizás lo más interesante está en otra reflexión y una vez allí podemos ver que el ser humano se ha convertido una especie destructiva y esa capacidad de auto eliminarse del planeta –así como al planeta mismo- es tanto sadista como masoquista.

Algunos antes y otros después vamos a ser afectados infinitamente por este descuido y aquí el poder económico en el mejor de los casos comprará tiempo para los que lo posean, pero hasta que podamos mudarnos a otro planeta tendríamos que cuidar un poco mas este.

4 comentarios:

  1. El otro día volví en el Plaza vía Centenario desde Capital Federal y el en Alpargatas hay parada obliga, entonces, bajaron los pasajeros y había quedado una botellita de 600cm3 golpeando contra los zócalos del piso, entonces el fercho, se tomó el trabajo de levantarse, agarrarla, sentarse nuevamente, abrir la puerta y tirarla a la calle. Cerró la puerta y todo bien, todo legal, seguimos ruta.

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  2. Pero mirá cómo presentís los problemas de la actualidad, je, sé están volviendo locos por estas cuestiones ahorita no más...

    http://www.eldia.com.ar/catalogo/20100601/laprovincia24.htm

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  3. Claro Santi!!!!

    Nunca viste la cordillera pasando el peaje de Hudson camino a Baires?

    En el partido de La Matanza hay otra cordillera, un poco mas antigua (y mas alta) que decora muy sutilmente la ribera de un arroyo y purifica el oxigeno los vecinos del barrio, que casualmente se llama Nicole y no porque es un nombre bonito. Nicole: NI COLEgio- NI COLEctivo.

    Sad, sad, sad.

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  4. Santi MUY BUENO EL POST. Sumamente interesante. A mi el topico me apasiona. Hice el seminario sobre "Residuos Sólidos Urbanos" y me valgo de este espacio para compartir acá algunos fragmentos de ese trabajito de mini investigación que hice, espero que guste, ahi va: En un libro, Marx comienza diciendo: “La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como "una inmensa acumulación de mercancías"". Nosotros tendríamos que decir, hoy, que la riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como una inmensa acumulación de basuras. A ésto no se ha llegado por casualidad. El mercado de valores se hundió en 1929 desencadenando la Gran Depresión que sumió al mundo en terribles penurias.
    La segunda guerra mundial fue el catalizador de la recuperación económica. El consejo de asesores económicos del presidente Eisenhower declaró: "el propósito último de la economía americana debe ser el producir más bienes de consumo." No una mejor atención sanitaria, educación, vivienda, transporte, ocio, o menos pobreza y hambre, sino abastecer de más y más cosas a los consumidores.
    Cuando las cosas se diseñan para que estén bien hechas, y sean duraderas, llega un momento en que los mercados se saturan. Para lograr un mercado sin fin se introduce la obsolescencia rápida (pensemos en coches, ropa, computadoras...) Y con lo desechable, cuando un artículo se usa una vez y se tira, el mercado nunca alcanzará la saturación. Lo que consumimos tiene efectos directos sobre la naturaleza. Y además hay costos sociales y espirituales. Algunos analistas expresan que: "La compra de un producto nuevo, especialmente uno de los caros como un coche o una computdora, típicamente produce un inmediato estallido de placer y plenitud, y generalmente proporciona estatus y reconocimiento al comprador. Pero, a medida que la sensación de novedad se desvanece, el vacío amenaza de nuevo con volver. La solución habitual para el consumidor suele ser centrar su ilusión en la próxima y prometedora compra". Al final, es algo que va más allá del placer o el estatus: comprar cosas se convierte en una exigencia imposible de saciar. Casi todo lo que compramos no es esencial para nuestra supervivencia, ni siquiera incluso para las comodidades humanas básicas, sino que está basado en el impulso, la novedad, un momentáneo deseo. Y hay un precio oculto que nosotros, la naturaleza y las futuras generaciones tendremos que pagar por todo ello. Es hora de re-examinar algunas de las ideas más profundas que subyacen detrás de nuestros estilos de vida.

    GRACIAS POR EL ESPACIO !! besoo !!

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